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Detección de inhibidores de factores vii y ix
Mardones et al.
REVISTA ECUATORIANA DE MEDICINA Y CIENCIAS BIOLOGICAS
indica que la hemolia A se presenta entre 1:5000
a 1:10 000 nacidos vivos, mientras que la hemo-
lia B entre 1:30 000 nacidos vivos (Guía práctica
Clínica 2016) (Stonebraker et al. 2011). En el pre-
sente estudio las diferencias según la residencia de
los pacientes en cuanto a si se identican resultados
positivos para la prueba Bethesda no mostraron di-
ferencias signicativas.
Se detectó que los pacientes con hemolia modera-
da presentaron el mayor porcentaje de inhibidores
con 34,62 %, seguido de la hemolia severa con
23,8 % y la hemolia leve con 13,46 %, pruebas
realizadas por métodos coagulométricos, según
Castillo (2014) en su estudio con 229 pacientes en
cinco provincias de Cuba, detectó 56,3 % de pa-
cientes con hemolia severa, 24 % moderada y 19,7
% leve lo que no concuerda con lo obtenido en esta
investigación. La prevalencia a nivel mundial men-
ciona a la hemolia severa como la que se encuen-
tra en mayor proporción (Witmer y Young 2013).
Según Leissinger (2016), la prevalencia de inhibi-
dores en hemolia A severa es del 30 % y en hemo-
lia B, alrededor de 3 %. La mayoría se presenta
en edades tempranas de vida (edad media de 1,7
– 3,3 años) con mínimo de 10 - 20 exposiciones al
factor VIII y la presencia de inhibidor de FIX no
es común. Se debe indicar que los inhibidores tam-
bién están presentes en la edad adulta. En el estudio
realizado en 104 pacientes, cuyas edades incluía
mayoritariamente niños y adolescentes, se obtuvie-
ron resultados positivos para la prueba Bethesda:
hemolia A moderada 17 pacientes, hemolia A
severa 12, hemolia A leve 3, EVW 1 paciente, lo
que evidencia en total 40,38 % son positivos para
la prueba Bethesda, de ellos 4,8 % fueron pacientes
respondedores altos, tres niños; el 35,58 % de los
pacientes presentaron títulos bajos de anticuerpos.
Se considera que la presencia de estos inhibidores
es la más seria complicación asociada al tratamien-
to con hemolia, son pacientes que fácilmente pue-
den presentar hemorragias incontrolables acortando
su calidad de vida, además de aumentar el riesgo de
mortalidad. En los pacientes que presentaron títu-
los bajos se considera el aumento de la terapia de
remplazo. La prueba Bethesda, en este estudio, no
mostró diferencias estadísticamente signicativas
en relación con el tipo de hemolia reportado por
los pacientes.
La predisposición genética es otro factor que indu-
ce a la formación de inhibidores debido a diferentes
mutaciones, en especial la inversión del intrón 22
del gen Factor VIII (F8), detectada con frecuencia
en hemolia A, además de encontrarse en familias
con un historial de presencia de anticuerpos contra
el factor VIII o IX (Leissinger 2016). Esto permitirá
dar una guía en la investigación con nuevas técnicas
moleculares e integradas como pruebas diagnósti-
cas habituales para los pacientes con hemolia.
El desarrollo de la técnica para detectar inhibidores
se realizó a base de la prueba estandarizada Bethes-
da, creada por Kasper en 1975 (Kasper 2004) y uti-
lizada para cuanticar los inhibidores presentes. En
este estudio se detectó el 4,8 % de pacientes de “alta
respuesta”, no asociado al porcentaje de pacientes
positivos para la prueba Bethesda. Por otra parte
este dato permite guiar al médico en el tipo de trata-
miento que requiere y su adecuada monitorización.
Los pacientes con hemolia B resultaron negativos
para inhibidores. La detección de los inhibidores es
baja relacionada con la hemolia A. En su artículo
Nassef (2016) resalta la incidencia de inhibidores
en hemolia B del 1-5% y su presencia caracteriza
al paciente con hemolia moderada tipo B, con oca-
sionales sangrados que requieren de la terapia de
remplazo con factores liolizados. En los pacien-
tes con hemolia A el 4,8 % presentaron valores
mayores a 5 UB (>5 UB). Son pacientes llamados
“altos respondedores” y se encuentra hemolia
severa y moderada. Para estos resultados, existen
procedimientos que proporcionan tolerancia in-
munológica al paciente y que permiten que poco
a poco los anticuerpos lleguen a desaparecer. El
35,58% de pacientes presentaron títulos bajos, de
ellos 15,34 %, presentan valores menores 0,6 UB
(< 5 UB) incluido el paciente con EVW que pre-
sentó 0,3 UB, título de anticuerpos que no signica
mayor riesgo para el paciente, denominados “bajos
respondedores”, pero que obligan a un monitoreo
continuo cada tres meses, Lo que coincide con la
investigación realizada por Miller et al. (2015) que
indica que la población afectada con inhibidores no
presentó una atención previa con el clínico y que
la presencia de títulos altos o bajos en inhibidores
deben monitorearse, pues no se conoce si habrá un
aumento, disminución o será transitoria la cantidad
de inhibidores, queda realizar una nueva valoración
de anticuerpos con otra cohorte y vericar si son
anticuerpos transitorios o permanentes.
El detectar tempranamente los inhibidores mejorará
la respuesta a la terapia, aun si los inhibidores están
en títulos bajos. Su presencia disminuye la calidad
de vida del paciente y representa un impacto alto
económicamente, debido al incremento en el cos-
to del tratamiento. La detección oportuna y el tra-
tamiento adecuado en el paciente con inhibidores