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REVISTA ECUATORIANA DE MEDICINA Y CIENCIAS BIOLÓGICAS
El caminar de los genes
Paz y Miño et al. 2018
Medio Oriente, Asia occidental, Asia Oriental y
Oceanía, hasta llegar a América por el estrecho
de Bering hace unos cuarenta mil años (Elhaik et
al. 2014; Pickrell y Reich 2014). Desde el punto
de vista del reloj molecular, los primeros
humanos acumularían más mutaciones, mientras
más se alejaban de su origen subsahariano
(Kivisild 2015; Fu et al. 2013). Con un fenómeno
más, que migraban pocos individuos, por tanto
viajaban con pocos genes y, al poblar otra zona
quedaban aislados, así se fueron fundando
reductos geográficos pequeños en que
compartían solo un grupo representativo de genes
ancestrales; este al cruzarse solo entre ellos
homogenizaron sus genes y fueron alejándose
genéticamente de los pobladores originarios;
fenómeno conocido como cuello de botella
genético y efecto fundador (Fu et al. 2013). Es
decir, mientras más alejado, más diverso de los
congéneres, pero al mismo tiempo más común en
los genes con los vecinos hoy; es lo que se llama
etnia o poblaciones, pues comparten un ADN
común. Unas poblaciones comparten más que
otras.
Se puede estudiar por ADN, las distancias
genéticas y la participación de porciones de
material genético no informativo (variantes
genéticas), para ubicarlos o asociarlos a grupos
específicos; así, los habitantes de cada
continente, Asia, África, Oceanía o América,
tienen unos genes u otros; nunca todos similares.
Centrando más el análisis, se puede determinar
genes por regiones: mediterráneo, judío, vikingo,
mongol, latino, etc. Por lo tanto, se puede estudiar
variantes genéticas asociadas a cada población
mundial.
Hay que reafirmar que el ADN humano es el
mismo para todas las étinias, contiene unos 21
mil genes que nos hacen similares a todos en
esencia; es decir, tenemos ADN mitocondrial
similar, originado de un solo grupo homínido
precursor (entre 6 a 10 mil individuos), con
cruces muy esporádicos con otro grupo
coevoultivo desaparecido, llamado Neandertales
(de hecho tenemos pocos genes de ellos en
nuestro material genético, a lo sumo unos 100);
en sí, las pequeñas variaciones que tenemos entre
todos los individuos del mundo son unas
secuencias genéticas no esenciales, las dadoras
de la individualidad y la identidad grupal. El ser
humano es una única raza (Strausbaugh y
Sakelaris 2001; Ovchinnikov et al. 1997).
LOS GENES ECUATORIANOS
Hablando estrictamente de diversidad genética y
genómica, se ha calculado que la mayor distancia
genética entre poblaciones, coincide con las
llamadas razas; esto es entre el 85 al 90% de
diferencias biológicas y genéticas no esenciales.
Los genes nos permiten saber a qué grupo
pertenece una persona, incluso, si se lo llamaría
raza, pero no tiene nada que ver con
características psíquicas, inteligencia o
comportamiento, aun, al revés, estas últimas, si se
evaluararían, no permiten discernir una raza
(Paz-Y-Miño 2014; Pereira et al. 2012).
Con este preámbulo, se puede caracterizar a un
individuo y para ello usaré datos de mi ADN,
para estudiar las secuencias mutadas no
esenciales del genoma (STRs, INDELS), que
indican que pertenezco a la raza humana, soy
mestizo, con 50% de genes centroamericanos,
15% sardo, 13% irlandés-escoces-gales, 12%
norafricano y 10%, otras etnias. El ADN
mitocondrial coincide con la historia de la
población primigenia de América y es la variante
B. Para el cromosoma Y, que es la manera de
rastrear solo la vía paterna, la variante E1b1b,
demuestra el origen del Oriente Medio
mediterráneo, es decir, algo de árabe e ibérico
(Figura 1, 2, 3).
En el Ecuador, los resultados del Censo
Poblacional de 2010, las personas se
autoidentificaron: como mestizas (71,9%),
afroecuatorianas (7,20 %), indígenas (7,1%),
montubias (7%), blancas (6,10%) y otras (0,3%).
La encuesta evidenció el resultado de la
“colonización” europea: el mestizaje (INEC
2010). Los ecuatorianos somos mestizos y la
genética lo confirma (Zambrano et al. 2017).
Al analizar la ancestría en más de dos mil
individuos mestizos, indígenas y afros, los
resultados demostraron que en promedio, los
mestizos están compuestos por 61% (+23) de
genes indígenas, 32% caucásicos (+13), y 7%
(+3) afroecuatorianos. Analizando la ancestría,
específicamente, de la sierra del Ecuador mostró
datos de 63,1% de nativos americanos, 30,3% de
europeos y 6,6% de africanos (Paz-Y-Miño 2014;
Zambrano et al. 2017). Para el ADN mitocondrial
se determinó que pertenecemos a la variante
ancestral amerindia A y B (Paz-Y-Miño 2014;
Baeta et al. 2012; Paz-Y-Miño et al. 2016).
Mientras que el cromosoma Y muestra las líneas